La vida de X

Narrativa. Novela sobre un ciudadano asocial.

jueves, mayo 25, 2006

Capítulo 9: La exnovia.

X está apoltronado en su cobacha, calmado por el remedio marroquí. Más suave, más razonable que la viuda blanca. Más barato. Gusta en sus días libres de pasar horas enteras pensando, cómodo en la inacción.

X es un hombre, y como tal siente necesidad de una mujer. Esto le enoja, pero le hace sentir justo consigo mismo. Cualquier hombre siente, tarde o temprano, esa necesidad.

En el primer y último año de universidad, cuando aún aspiraba a ser un licenciado, X conoció a una mujer. Ella le conquistó a él. Aurora. Pequeña en talla, de gran mirada, y caminar seguro, durante varios días dirigió miradas claras y persistentes hacia él. Y en una de esas interminables borracheras universitarias, en plena calle, cuando X estaba plenamente drogado, hizo el esfuerzo y la temeridad de acercarse a ella.

Un año después, ella le engañó, engañó a su temperamento obtuso y escapista. Y X aún sigue en ese momento, bloqueado ante cualquier mujer. Su inagotable orgullo dice despreciarla, pero él sabe lo que sintió. Esa comunión en el coito no es algo pagano. Se da en pocas ocasiones. X ha conocido, literalmente, en el sentido bíblico, otras mujeres. Pero ella sigue ahí.

Cuando ebrio, muy ebrio, se decide a escribir un poema, habla de ella. Cuando inventa, en un relato breve e inacabado, una musa, es ella. Cuando le cambia el nombre, o mira a otra mujer, sólo la ve a ella. El amor es en X una obsesión, tanto como Dios, la droga, o la muerte.

" ¿Cuándo me olvidaré de ella?. Los católicos me contaminaron con este fanatismo llamado fidelidad ", piensa, mientras lía un cigarrillo de hachis, muy cargado, para dormir sus 5 horas previas a la jornada laboral. La pregunta se repite: " ¿Cuándo podré olvidarla? "

El día se abre paso, mientras los biorritmos en anacrusa de X le llaman al descanso. Calada trás calada, sabe que, en enterno retorno, este pensamiento volverá a él, puesto que su confianza en las mujeres se la llevo una sola mujer: Aurora. Ahora comprende lo doloroso del amor. La abstinencia, la ausencia de la persona, la certeza de la incompatibilidad. Aurora no es como X.

Antes de caer dormido, sin sueños, como corresponde a un fumador de hachis, X recuerda cuando aún acariciaba el contorno de su cuello. Y sus párpados caen, soñándola una vez más contra su voluntad. El hachis no mata el amor, ni la obsesión de X. X es un cristiano resentido, condicionado. Y no se soporta a sí mismo.

1 comentarios:

Blogger Angel y Demonio ha dicho...

Pasaba por aquí y me detuve a leer algunos de tus post. Me gustaron! Saludos, nos leemos.

12:22 a. m.  

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