La vida de X

Narrativa. Novela sobre un ciudadano asocial.

martes, mayo 16, 2006

Capítulo 3: El suburbano.

Cargando, estoico, con la mochila llena de libros, el termo de cafeína, y enseres diversos, enfila la calle fuencarral, saliendo del asqueroso apartahotel, más próximo a "el resplandor" que a un geriátrico. Enfila la calle, cabizbajo, evitando que su mirada choque con la de los demás. " Somos demasiados, como podremos enterdernos ". La calle está a rebosar de chicas in y chicos out, todos a la moda, convenientemente dispuestos en grupos proporcionales. " Es como si los prehistóricos hubieran cazado en número igual a sus presas ". X adora el sarcasmo.

" Sentirse solo es mejor que tragar toda esa mierda del grupo de amigos, y las teleseries norteamericanas. Pronto nos harán creer que las relaciones de pareja funcionan ". Antes de terminar este pensamiento, choca con un grupo de adolescentes ebrios, que le increpan. Continua caminando sin alzar la vista, como aprendió en el colegio de ricos. X odia a violencia.

Entra en la estación. Curiosamente, todo el mundo viene a su zona cuando él se está marchando. La resaca le hace medir bien los pasos. Desde fuera parecería cansado, confundido. En realidad, el thc hace que siga midiendo sus pasos, ya que su equilibrio lo perdió antaño, hace mucho tiempo, en aquellas orgías de salón de su pasado burgués. Caminar lento, rutinario. Cabeza mirando al suelo. Gesto mecánico, introduciendo el billete en la Babilonia del suburbano, donde nadie conoce los conceptos "salir" y "entrar". Voluntad de poder, enfilando un asiento.

La línea 4 es rápida. No en vano, va a la zona rica, donde X tiene su desempleo. Se sienta, mirando tímidamente a su alrededor. De las diez personas en dirección residencial, seis son extranjeras. Cuatro latinos, dos chinos, a vista de pájaro. Un hombre mayor con sobrepeso, dos chavales de barrio, drogados, y un solitario. Nadie se mira, nadie se habla, excepto el profuso sonido de la familia de latinoamericanos. " Cuanta vitalidad tienen, a pesar de lo que les robamos ", piensa X consternado. Los chavales intentan con mil piruetas llamar la atención de los demás en vano. El obeso escudriña el diario deportivo gratuito. Y el solitario hace lo mismo que X pasa a hacer: aislarse con blues psicodélico, aislarse del ruido chirriante, del olor a sudor, y los colores somnífero. Aislarse de una realidad que bien podría ser expresionista, aunque sigue pareciendo normal. X es un outsider.

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